¿QUIÉN DIJO QUE NO EXISTE EL PRÍNCIPE AZUL?

Que no existe el príncipe azul, claro que existe… George Cloney, Jonny Deep, el príncipe William y un sin fin de personajes que pasan por nuestro televisores y por los cuales suspiramos y medimos a todos aquellos hombres que pasaron, pasan y pasaran por nuestras vidas.

El idealismo en lo referente al amor es algo que esta intrínseco en nuestras mentes… no buscamos amor, buscamos perfección. Es cierto y difícil de admitir, pero llegamos a ser superficiales y materialistas, no vemos mas allá de una cara bonita y un coche de lujo; el amor es un eufemismo del dinero, o del poder, o de la belleza… o de las tres juntas.

El estereotipo de hombre perfecto es ese hombre alto, de ojos claros y una cuenta bancaria llena de ceros. Pero, ¿quién nos puede culpar? Nadie. Todo lo que gira en nuestra sociedad son los claros estereotipos de príncipes que salvan a la muchacha pobre, o infeliz, o deprimida, o insatisfecha; en fin, el caso es que desde niñas nos han mostrado un ideal de hombre que ha quedado grabado en nuestras mentes y que sin pensarlo lo vamos buscando en las muchas relaciones que podamos llegar a tener con el sexo masculino.

Blancanieves, Cenicienta y La Bella Durmiente son princesas que han necesitado del príncipe azul para ser rescatadas de una vida de tristeza y penumbras, de madrastas y sueños eternos; a ninguna de estas princesas se les ha dado la oportunidad de ser sus propias salvadoras, o las salvadoras del príncipe (creo recordar que una vez vi a una princesa que salvo a su príncipe). Y todas, absolutamente todas han necesitado a un príncipe para ser felices y convertirse en bellas princesas que comerán perdices.

Y si esto es lo que aun nos muestra una televisión del siglo XXI, como no esperar que las niñas vayan también encaminadas a idealizar a un hombre que no existe. Novelas, cuentos, películas, series, todas tienden a mostrar un casi príncipe.

Ahora bien, el príncipe azul SI existe: en nuestras mentes y en nuestros televisores, con aquellos personajes ficticios que idealizamos y a quien consideramos el tan popular amor platónico.